24/04/09
No madrugamos mucho ya que la primera visita sería al Santuario de la Esperanza muy cercano a Calasparra en el que la visita era obligada por los motivos que Pascual muy bien conoce.
Pudimos disfrutar del trabajo realizado en la construcción del santuario, desde su interior hasta toda la infraestructura que reúne en toda la montaña y rio Segura, el cual baja con gran caudal en ese punto.
No madrugamos mucho ya que la primera visita sería al Santuario de la Esperanza muy cercano a Calasparra en el que la visita era obligada por los motivos que Pascual muy bien conoce.
Pudimos disfrutar del trabajo realizado en la construcción del santuario, desde su interior hasta toda la infraestructura que reúne en toda la montaña y rio Segura, el cual baja con gran caudal en ese punto.
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Santuario de la Esperanza,
Calasparra
Volvimos nuevamente a Calasparra para hacer una visita rápida el museo del arroz en el que Pascual hizo nuevamente de guía y por fin supimos el porqué del precio tan excesivo del arroz bomba de Calasparra, que al parecer se debe entre otras cosas a su forma manual de recolección.
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Desde Calasparra partimos hacía la población manchega de Letur, donde el agua corre a raudales por entre sus viejas piedras dando una imagen de riqueza fluvial que no es exactamente cierta.
El calor se hacía notar por momentos y tras una primera visita por los alrededores, acabamos entrando en un bar que en principio no nos dimos cuenta de que se trataba del Museo Etnológico de Letur, una vez dentro Dolores y Antonio nos ofrecieron unas birritas bien frías para poder calmar el calor que nos agobiaba.
Así pasaban los minutos y Dolores nos comenta si nos apetecería ver el teatro y museo donde nos encontrábamos y como no, quedamos alucinados de la historia que había en su interior, desde un viejo cinematógrafo de antes de la guerra civil, hasta un sin fin de enseres y herramientas del campo que formaban la más completa evidencia de lo que esa tierra ha vivido.
Para completar la mañana y llegando la hora de tomar energía, Dolores y Antonio nos ofrecieron unas migas ruleras acompañadas de naranjas para acompañar el tocino, los pimientos y ajos, nada más apropiado para el lugar en el que nos encontrábamos.
Antonio nos proporcionó una botella de orujo de hiervas de su cosecha que estaba de muerte, pero por desgracia solo pudimos probarlo, el tapón no era quizás el más adecuado para un viaje en moto y saltó dejando caer tan preciado líquido por la maleta de mi VN-900, dejando todo empapado y un aroma que, uff¡, si me para la benemérita me mete en el chiquero, ya sabes Antonio, un detalle sería bien visto y nos haces llegar una botellita para saborear lo que no pudimos.
Después de tal comida no podíamos conducir, por lo que nos dispusimos a hacer bajar los restos del poco, pero algo de fluido etílico, nada mejor que visitando el resto de Letur que tiene rincones y vistas preciosas con sus rústicas calles estrechas, murallas y acantilados.
Así pasaban los minutos y Dolores nos comenta si nos apetecería ver el teatro y museo donde nos encontrábamos y como no, quedamos alucinados de la historia que había en su interior, desde un viejo cinematógrafo de antes de la guerra civil, hasta un sin fin de enseres y herramientas del campo que formaban la más completa evidencia de lo que esa tierra ha vivido.
Para completar la mañana y llegando la hora de tomar energía, Dolores y Antonio nos ofrecieron unas migas ruleras acompañadas de naranjas para acompañar el tocino, los pimientos y ajos, nada más apropiado para el lugar en el que nos encontrábamos.
Antonio nos proporcionó una botella de orujo de hiervas de su cosecha que estaba de muerte, pero por desgracia solo pudimos probarlo, el tapón no era quizás el más adecuado para un viaje en moto y saltó dejando caer tan preciado líquido por la maleta de mi VN-900, dejando todo empapado y un aroma que, uff¡, si me para la benemérita me mete en el chiquero, ya sabes Antonio, un detalle sería bien visto y nos haces llegar una botellita para saborear lo que no pudimos.
Después de tal comida no podíamos conducir, por lo que nos dispusimos a hacer bajar los restos del poco, pero algo de fluido etílico, nada mejor que visitando el resto de Letur que tiene rincones y vistas preciosas con sus rústicas calles estrechas, murallas y acantilados.
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Reemprendimos la marcha nuevamente hacía Caravaca de la Cruz, donde visitaríamos el Castillo-Santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca, que precisamente celebraban el nombramiento de los reyes para las fiestas de los Caballos del Vino que tras documentarme me doy cuenta que ha sido una lástima no haber podido ver en vivo dicho evento que se celebraba en la siguiente semana.
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Una vez más en la carretera y directos hacia Calasparra para tomar una ducha reconfortante y preparar una barbacoa y pan con tomate mientras preparábamos la llegada a la concentra que al fin y al cabo era el motivo de nuestro viaje.
Mortimer
Continúa.
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